
Duración total: una jornada
Distancia: Medinaceli a Atienza 61 km
Medio de transporte: Coche

Madrugamos con la ilusión de la aventura y comenzamos el día con un desayuno reconfortante que nos prepara para el camino. Con energías renovadas, tomamos la autovía A-2 hasta llegar a Alcolea del Pinar, donde dejamos la vía principal para tomar la CM-110 rumbo a Sigüenza. A medida que nos acercamos, la figura imponente de su castillo se alza sobre el horizonte, marcando el inicio de un día lleno de historia y encanto medieval.
Sigüenza deslumbra con su catedral gótica de Santa María La Mayor, que alberga el famoso sepulcro del Doncel en la capilla de San Juan y Santa Catalina. Después de admirar esta obra maestra del gótico tardío, me dirijo a la Plaza Mayor, un lugar ideal para pasear y disfrutar del ambiente medieval que envuelve la ciudad. Continuando por sus calles, llego al imponente Castillo-Parador, donde me sumerjo en la historia de caballeros y batallas, mientras dejo que la magia medieval de Sigüenza me atrape en cada rincón. Al descender del castillo, paso bajo la sobria y robusta Puerta del Hierro, una antigua entrada amurallada que me recuerda la importancia defensiva de la ciudad en siglos pasados.
Para conocer en detalle el patrimonio de Sigüenza, puedes explorar estos enclaves emblemáticos:
Iniciada en el siglo XII con elementos románicos y completada en estilo gótico, esta catedral es el gran símbolo de la ciudad. Alberga numerosas joyas artísticas, como el célebre sepulcro del Doncel y la sacristía mayor, conocida como la “Capilla Sixtina del Renacimiento Español” por la riqueza de su decoración y sus pinturas manieristas.
Construido en el siglo XII sobre una fortaleza árabe, este castillo fue residencia de los obispos de Sigüenza y hoy alberga un parador nacional. Sus gruesos muros y torres restauradas ofrecen un viaje tangible a la Edad Media. Desde lo alto, se obtienen vistas panorámicas del casco histórico y del valle del río Henares.
Construida en el siglo XV por orden del Cardenal Mendoza, esta plaza porticada se diseñó como un espacio representativo del poder civil y religioso. Sus soportales de piedra, perfectamente conservados, albergan hoy cafés y comercios, mientras en uno de sus extremos se alza el Ayuntamiento, ubicado en un antiguo palacio renacentista. Es un lugar ideal para apreciar la arquitectura local y el ambiente sereno de Sigüenza.
Parte del antiguo recinto amurallado, esta puerta fortificada marcaba uno de los accesos principales a la ciudad. Su estructura sencilla y maciza, flanqueada por torres defensivas, refleja su función militar en la Edad Media. Hoy es uno de los pocos restos visibles del sistema defensivo que protegía Sigüenza, y un punto de entrada simbólico al casco histórico.
En este palacio gótico descubro la historia de Martín Vázquez de Arce, el joven caballero conocido como el Doncel de Sigüenza. Sus salas, con detalles mudéjares, me permiten imaginar la vida en la ciudad medieval.
Centro de la Vihuela y la Guitarra “J. Luis Romanillos”
En el mismo edificio, la Casa del Doncel, descubro este pequeño museo dedicado al arte de la luthería. Exponen vihuelas y guitarras de los siglos XVIII y XIX, con una delicadeza que fascina tanto a expertos como a curiosos.
Me despido de Sigüenza con el alma aún entre sus calles de piedra, como si una parte de mí se quedara allí. A tan solo 7 km de Sigüenza, me desvío por unos 4 km para descubrir la encantadora iglesia románica de San Salvador en Carabias.
De paso, visito Palazuelos, conocida como la «Ávila alcarreña». Esta villa amurallada, con su recinto fortificado del siglo XV, destaca por sus murallas que se extienden por más de dos kilómetros, conservando tres de las cuatro puertas originales.
Vuelvo a la carretera principal de la que nos habíamos desviado y, antes de llegar a Atienza, hacemos una parada en las Salinas de Imón un paisaje único ideal para capturar con la cámara y sumergirme en su singular belleza.
Al llegar, las plazas porticadas de Atienza, especialmente la Plaza del Trigo, considerada una de las más bellas de Castilla-La Mancha, me reciben con una sensación de calma. El castillo, imponente en el horizonte, invita a explorar sus calles llenas de historia, donde cada rincón parece susurrar relatos del pasado.
Aquí, la historia se respira en sus iglesias-museo: la Iglesia de San Gil, la Iglesia de San Bartolomé y la Iglesia de La Santísima Trinidad, que albergan arte sacro y una impresionante colección de fósiles.
Al regresar a Medinaceli, pongo el broche final a esta ruta disfrutando de unos sabrosos torreznos de Soria, perfectos para culminar esta experiencia única.
Notas: Puedes empezar en Atienza o en Sigüenza tu experiencia.